viernes, 29 de abril de 2011

¡Capítulo diez!

 ¡Hola a todos! :D
 Espero que les guste este capítulo, es mas corto que los demás, pero no por eso peor... No se olviden de comentar.

               Vestidos
El día domingo Diana, Tania, Katty y Mónica se encontraron en el centro comercial más cercano, no era el más grande ni el más lindo, pero tenía la mejor tienda de vestidos y eso era lo que ella necesitaban. Entraron en la tienda, era amplia y estaba repleta de colgadores con muchos vestidos de todas las clases y colores, al fondo se veía la caja registradora y junto a ésta un único y pequeño probador del que colgaba una cortina color rojo vino. Las chicas caminaron rápidamente a dos grandes hileras con colgadores ojeando los vestidos y revisando sus precios.
  –¿No me veo gorda? –preguntó Moni luego de descorrer la cortina del probador.
  Se observaba con inseguridad en el espejo estilo gótico mientras se evaluaba con la mirada.
  Katty la observó con una pequeña sonrisa dibujada en el rostro.
  –S… ¡Ay! –se quejó ella ya que Tani le había dado un fuerte codazo en una costilla. Su amiga le dirigió una mirada de desaprobación, pero Katty le respondió con una sonrisa angelical. Moni no había prestado atención a esto, seguía mirándose en el espejo, ahora arreglándose su liso cabello.
  –Ese color no te queda bien –le dijo Diana observando el vestido de un color morado demasiado oscuro que hacía que la palidez de Moni destacara demasiado.
  Recorrió la tienda en busca de un vestido para su amiga, después de un par de minutos encontró uno muy bonito de color rosa pastel con un adorable corte princesa que seguramente le quedaría genial.
  Moni entró a probárselo con mucho entusiasmo, mientras sus amigas se quedaban hablando a la espera de que saliera.
  –¿Sabes si Bel irá al baile? –preguntó Tani observando una gran y elegante lámpara que colgaba del techo, la cual tenía encendida solo tres de sus cinco luces.
  –Creo que sí –respondió Diana con un pequeño asentimiento–, Peter la invitó.
  –¿Peter? –se extrañó ella y su amiga recordó que el día viernes Tania había salido con Dan y no los había acompañado a tomar batidos de fruta.
  –Si, lo conocimos el viernes –le explicó Katty antes de que Diana tuviera la oportunidad–. Es bastante agradable.
  Tania sonrió, pero sus amigas no supieron el porqué, en ese momento Moni salió del probador con una gran sonrisa en el rostro.
  –¡Amé este vestido! –exclamó con alegría marcando mucho la primera palabra y sacudiendo la prenda frente a ellas, muy cerca de sus caras –. ¿Ustedes que van a llevar?
  Sin esperar respuesta se dirigió dando saltitos a la caja registradora.
  Tania enseguida entró en el probador llevando un vestido cruzado de color azul. Cerró la cortina y se lo puso rápidamente. Tardó un tiempo en decidirse, era ajustado, pero le preocupaba que fuera demasiado corto.
  –¿Sigues viva? –le preguntó Katty desde fuera cuando el tiempo que tardaba su amiga comenzaba a parecer excesivo.
  Tania descorrió la cortina y le mostró el vestido a su amiga para saber su opinión.
  –Te ves genial –le dijo Katty sonriente y cerró la cortina con la mano en la que sujetaba otros dos vestidos.
  Tania sabía que Katty no le mentía, era una de las personas más sinceras que conocía y se notaba enseguida cuando no decía la verdad.
  Volvió a ponerse su ropa y le dirigió una última mirada a su reflejo. Pasó las manos por su alocado cabello, pero éste siguió tan rebelde como siempre. Salió del pequeño probador y se lo cedió a Katty.
  Diana mientras tanto rebuscaba entre los cientos de vestidos, sin encontrar nada que le llamara mucho la atención. Después de que se probara uno color negro que era demasiado largo y uno de color amarillo demasiado chillón, su paciencia, y no es que tuviera mucha, comenzó a agotarse.
  Estaba empezando a creer que tendría que robar algo del armario de su madre cuando encontró el vestido ideal. Era un vestido globo de color lila claro con un escote recto sujetado por solo un solo tirante y sin espalda.
  –Te queda perfecto –le dijo Tani al verla.
  Diana sonrió complacida “perfecto” era justamente lo que necesitaba para ser sincera, no había sido tan difícil encontrarlo después de todo.
  –Este llevaré –aseguró
  Cuando lo fueron a pagar vio que Katty llevaba un vestido de un color verde muy bonito para ella, pero no logró examinarlo más minuciosamente. Se dirigieron a comer algo al segundo nivel. Compraron unas hamburguesas y se sentaron en la única mesa libre que fueron capaces de hallar entre todas, sacudieron unas migajas que la cubrían y comenzaron a charlar distraídamente.
  Moni no estaba participando de la conversación, algo que no era muy normal en ella, parecía absorta en sus propios pensamientos, mirando fijamente a la nada con el ceño ligeramente fruncido. De un momento a otro se giró hacia ellas y habló con un tono dolido.
  –¿Saben? Aún no puedo creerme que Bel haya hecho eso –suspiró y luego añadió–. Yo pensé que la conocía muy bien, pero es obvio que me equivocaba.
  Tania la miró poniendo los ojos en blanco, a diferencia de Diana, ella tenía mucha paciencia, pero aún así ya estaba harta de que Moni sacara ese tema cada dos por tres, había hablado tantas veces de ello en la última semana que ya no soportaban escuchar ninguna palabra más. Intentaban cambiarle el tema cuando lo mencionaba pero siempre encontraba la forma de dirigir la conversación hacia Bel.
  –Moni, Bel hizo lo que hizo y ya no hay forma de volver a atrás –dijo con un tono de voz como de quien trata de explicar a un niño algún concepto complicado–. Así que, por favor deja insistir ¿Quieres?
  Moni la observó con sus ojos negros profundamente tristes y luego hundió su cabeza en sus manos, haciendo que su cabello negro cayera como una cortina, ocultándola–. Fue mi amiga por tanto tiempo –gimió con voz ahogada. No era la primera vez que escuchaban eso, pero ya habían perdido la cuenta.
  Diana suspiró y comenzó a pellizcar el pan de su hamburguesa deshaciéndose, una por una de las semillas de sésamo. No entendía porque a Moni le afectaba tanto y como era capaz de darle tantas vueltas al tema. Nadie nunca había imaginado que Bel hiciera una cosa así, siempre había sido una chica algo tímida y su aspecto inocente, pero no era algo como para ponerse a llorar como hacía su amiga.
  Miró a Katty que trataba de contenerse mordiéndose el labio con fuerza, pero en el momento que Moni soltó un sonoro suspiro de frustración, ella no lo aguantó más y algo exasperada exclamó:
  –Mónica, detente ¿Acaso crees que a todas nos gusta verte lloriquear como un bebe?
  La aludida levantó la cabeza y miró a Katty con un profundo odio, no tenía lágrimas en los ojos, pero sus mejillas estaban encendidas de rabia.
  –Tú no entiendes por lo que estoy pasando –dijo apresuradamente–. Tú no tienes idea de cómo me siento, no tienes idea de nada.
  –¡Claro que no! –exclamó ella abriendo mucho sus ojos de color grisáceo– Nadie entiende porque haces de esto un gran drama, la cosa ya va bastante mal para Bel como para que tú se lo empeores ¿O es que acaso te gusta Diego?
  Moni abrió sus finos labios, pero los cerró de inmediato. Tania observaba intermitentemente a sus amigas, sabiendo que si trataba de calmar la situación solo haría que se gritaran más.
  Nadie dijo ni una sola palabra durante un largo y molesto minuto en que la atmósfera se habría podido cortar con un cuchillo. Entonces Moni las miró, una pequeña lágrima resbalaba lentamente por su pálida mejilla.
  –Así es –murmuró con un volumen casi inaudible. Diana le devolvió la mirada perpleja. Moni se secó la lágrima con una servilleta y luego añadió con algo de indecisión, pero con mucha claridad y cierto valor infringido por su enojo hacia quien había sido su amiga y ahora odiaba con toda su alma–. Me gusta Diego.
 

sábado, 23 de abril de 2011

Premiooooo :D

  Holaaa :)
  Antes de decir cualquier cosa quiero darle las gracias a gïxiie!! por darnos este premio y felicitarla por su fantástico blog.



  Ahora lo siguiente es regalárselo a otras tres personas, y estas tres se lo deberán dar a dos y así sucesivamente. 
  Bueno, francamente se lo merece mucha gente, en especial los que aparecen en la Lista de blogs que esta al final de la página, pero como no se debe perder la finalidad de esta cadena, solo tengo que elegir a tres de esos blogs.

  Veamos... en primer lugar quiero darle este regalo a Karito Cullen por su blog "Letras de un susurro" y darle las gracias por sus cometarios por que realmente nos animan mucho :D

  Luego, no podría olvidar a Vampiresa, que mas de una vez nos ha dado su apoyo comentando y ademas es una escritora muy creativa ¡Gracias Vapiresa!

  Y por último quiero regalarselo Vanesa Piedrahita con su blog "Noche" por que tiene una historia increíblemente fantástica.


  Bueno lamentablemente no puedo darle este premio a nadie mas, pero es imposible al menos no dar las gracias a Rominar, ☆→$αђ∂яαн ←☆, irenecomendador, Lectora, Dulce Cautiva, Arual, y también a las personas que nos apoyan desde twitter: shippo10,  LyrehC_LoveSong,  Itzi_Dany_tweet, GiiReRdz y si alguien me faltó mil perdones.

  Gracias a todooooos, aunque no esten mencionados, Feliz pascua (:

jueves, 21 de abril de 2011

Capítulo nueve

 Holaa Holaa :)
 ¿Como han estado? espero que bien. Hoy les traigo el capítulo número nueve, como creo que podrán deducir por el nombre del capítulo, aparece un nuevo personaje. Como siempre esperamos sus comentarios acerca de si les gusto o cualquier cosa que tengan que decir.
Feliz pascua para todos y gran abrazo para los que nos leen :)

PETER
En la primera hora Diana se encontraba hablando con Tani, Bel, Derek, Katty y Moni.
  Ésta última miró a Diana con una sonrisa y preguntó:       
  –¿Me vas a acompañar a comprar un vestido para el baile?, recuerda que iré con Sam. 
  Diana vaciló unos instantes.
  –Claro, ¿cómo lo iba a olvidar? –Pensó en lo incomodo que podría llegar a ser estar sola junto a Moni durante tanto tiempo, por lo que miró a Tania y agregó:– ¿Tú no tienes que comprar un vestido?
  –Por supuesto –respondió ella rápidamente.
  –¿Bel tu vienes? –dijo risueñamente tratando de agregar a toda la gente posible.
 Moni puso mala cara y Diana cayó en cuenta de la mala idea que era juntarla a ella y a Bel, ya que Moni no parecía muy dispuesta a dejar de lado su irracional enojo con su antigua amiga, sin embargo no se preocupó demasiado ese día estaba completamente feliz. Los problemas y preocupaciones parecían chocar contra un escudo invisible que la rodeaba, protegía y la sumía en una profunda serenidad.  
  Maribel se encogió de hombros, tal vez no había notado el gesto de Moni, o simplemente lo ignoraba.
  –No lo sé –respondió pensativa y luego añadió con algo de tristeza–. La verdad no tengo nadie con quien ir al baile.
  Moni observó a Bel con una sonrisa maléfica.
  –¿Con el bebe no te basta? –preguntó con malicia aunque en el fondo de sus oscuros ojos se veía tristeza.
   Katty le dirigió a Moni una mirada de indignación, ella no iba a soportar que actuara de esa forma, si con suerte lograba hacerlo cuando se comportaba de buena manera.
  –Mónica, eres una tonta.

  –¡Está bien, está bien! –miró a Katty de reojo y luego a Bel–.Lo siento –refunfuñó con los dientes apretados con fuerza.
 Maribel no le dijo nada, ahora si era obvio que estaba ignorando lo que ocurría y miraba en dirección opuesta a la que estaba Moni.
  –¿Y tu Katty, no quieres venir? –preguntó Tania en un intento de guiar la conversación en un sentido más agradable.
  –Claro, me gustaría, ¿Qué día es? –dijo volviendo increíblemente rápido a adoptar la expresión de amabilidad normal de ella.                                
  –El domingo.      
  –Bel, ¿Segura que no quieres ir? –preguntó Diana animadamente–. Será divertido.
  –No creo que pueda –respondió sutilmente pensando que lo mas probable sería que sus tíos no la dejaran, ellos eran muy estrictos, pero no detuvo su pensamiento mucho tiempo en ellos, la ponía nerviosa. 
  Diana sintió el brazo de Alex en su hombro y que éste se acercó para besarla alegremente en la mejilla, ella se sobresaltó, no pensó que Alex haría eso, pero aun así le encantó.
  Notó que todos la miraban extrañados y recordó que aun no les había contado nada a sus amigos respecto a lo ocurrido entre Alex y ella.     
  –¿Alguna noticia que no sepamos? –preguntó Tani mientras una pequeña sonrisa se asomaba por la comisura de boca, a pesar de que ella trataba de controlarla apretando los labios. 
  –Supongo que ya lo saben –se limitó a responder Alex y luego él y Tania rieron.
 Diana no pudo evitar sonreír, aunque no supo exactamente la razón, ese día todo parecía tan agradable, el cielo estaba azul, los pájaros cantaban y el sol resplandecía de una manera casi cegadora.

  –Hacen una bonita pareja –Katty los observó con alegría.
  –¿Entonces van al baile juntos? –preguntó Derek. 
  –Sí, así es –dijo Alex esbozando una sonrisa enorme, al parecer se encontraba de tan buen humor como Diana en ese día–. Tal vez debería tomar clases de baile.
  –Tal vez deberías.
  Todos rieron.
  –Tal vez Derek debería tomar las clases contigo –sugirió Katty mirando a su novio.
  –¡Hey!, yo bailo muy bien –se defendió éste, ofendido.
  –¿Sí?, no lo creo –dijo con tono burlón y luego soltó una risita.
  –Contigo a mi lado ¿Cómo me voy a concentrar en el baile? 
  Katty lo miró con los ojos brillosos, Derek le devolvió la mirada y luego Katty lo besó. El timbre sonó, Katty se separó de él.
  –Bel, si cambias de parecer, llámame –le pidió Diana con una sonrisa amable.
  –Ok.
  Espero a que los chicos se marcharan y se dirigió hacia Alex.
  –¿Quieres salir hoy en la noche? –no podía antes, ya habían arreglado ir a tomar batidos con Sam, Derek, Katty y Bel. También había invitado a Tani, pero esta iba a visitar a Dan, que se estaba recuperando aún.
  –No puedo –dijo Alex–. Es la noche de juegos con mi familia –se excusó.
   Diana se sintió algo decepcionada, ya había invitado a Alex un viernes anteriormente y éste no había podido, él vio su expresión y se acercó para besarla antes de marcharse con paso rápido a su clase.

  Bel entró a su clase y vio a Sam que hablaba con otro chico al que no recordaba haber visto antes.
 Sam era un año mayor que ellos, pero a pesar de no ser mal alumno, sus notas en química eran tan malas, incluso peores que las suyas, que debía tener clases con ellos desde aproximadamente un año.
  –¡Hola Sam! 
  –Hola Bel, ­–respondió volteándose  –¿Conoces a Pitt?
   Bel dirigió su mirada hacia el chico desconocido que estaba junto a Sam. Tenía el pelo castaño y corto, su piel estaba bronceada y sus ojos eran cafés como los de ella.
  –Hola, soy Peter Black, pero dime Pitt –se presentó él con voz amigable que animó a Bel.
  –Yo Maribel, pero puedes decirme Bel.
  Peter la miró de arriba abajo. 
  –Hey, yo te he visto antes, ¿Tú estás en Biología conmigo?
  –Creo que sí, y también en Física – dijo asiendo un esfuerzo por recordar, lo cual era difícil, ya que nunca prestaba atención.
  –Oh, genial porque no entiendo nada de Física.
  –Pff –se mofó Sam–. ¿Ella?, ¿Explicarte? ­–rió.
   Bel no tenía muy buenas calificaciones, todos lo sabían, ya que rara vez estudiaba para un examen y siempre estaba distraía retocando su maquillaje en clases cuando los profesores no miraban. 
  –Sí, no creo que yo sea la mejor para esto– hizo una mueca arrugando la nariz.
  Peter sonrrió hacia ella como si le pasara lo mismo.
 Al darse cuenta de que ninguno de los dos tenia futuro como tutor de nada Sam decidió cambiar de tema.
  –Escuchen, vamos a ir a los batidos ¿Quieren ir? 
   Los dos respondieron que sí justo al mismo tiempo.
  –Es hoy después de la escuela –dijo sentándose en su pupitre y viendo como el profesor, un hombre con una gran nariz y un escaso cabello de tonalidad plateada, entraba a la sala y los observaba a todos suspirando, como si deseara tener cualquier cosa enfrente de él, menos a esos odiosos alumnos. Bel hasta pudo ver como gesticulaba un ''Porque no seguí mi sueño de ser actor'' Pensó por un segundo al menos no odiaba tanto su vida como ese hombre. 
  Peter se sentó y ella hizo lo mismo en el asiento de el lado.    
  –Ahí estaré –aseguró Peter. 
  La clase comenzó, como Sam trataba de poner la más atención posible, Bel y Pitt, para desgracia del maestro, se pasaron la mayor parte de la clase hablando entre ellos. Bel descubrió lo agradable que era Peter, que no dejaba de contar anécdotas y chistes, ella lo escuchaba y reía, en el último tiempo eso de verdad le hacía falta.


  Al salir de la escuela los chicos fueron a la tienda de batidos de fruta “La abuela Josefa”, éste era un lugar pequeño con decoración campestre que era atendido por los propios dueños y unos cuantos meseros.
  Encontraron una mesa grande que por suerte estaba vacía, se sentaron todos e inmediatamente llegó una mesera y los miró a todos con sus saltones ojos. 
  –Bel, ¿Tú que sabor de batido quieres?
  Dudó unos momentos y respondió:
  –Plátano.
  Diana se apresuró a decir:
  –Yo quiero un batido de frutilla. 
  –¡Yo también! –exclamó Katty.
  –Amigo ordéname lo que quieras pero hazlo rápido, tengo hambre.
   Sam miró a la mesera y ordenó:
  –Dos de frutilla, uno de plátano, dos de damasco y uno de manzana.         
  La mesera tomó nota rápidamente en una libreta exactamente igual a la que aparecía en la serie infantil ''Las pistas de Blue''.
  –¿Alguna galletita? 
   Bel la observó con los ojos bien abiertos y una sonrisa que hasta podría dar miedo.
  –¡Yo quiero un pastel! –dijo casi gritando y con mucha prisa.
  –Está bien, un pastel de chocolate.
  A pesar de que todos notaron el gran apetito de Bel nadie quiso comentarlo.
  –Así que Peter, ¿Eres nuevo en la escuela? –preguntó Derek.
  –Sí, gracias por invitarme chicos –dijo con felicidad. 
  –No hay problema Pitt.
  Luego de un tiempo de silencio Katty preguntó:
  –Diana, ¿Por qué no vino Alex? 
  Ella lo pensó, había tenido la idea de invitarlo, pero se suponía que ese día debía pasarlo con sus amigos, por lo que la desecho de inmediato.
  Iba a responder, pero entonces notó los ojos de Sam clavados en ella. 
  –¿Por qué tendría que venir? –preguntó él inmediatamente, alzando la voz.
  Ella le lanzó una mirada de advertencia a Katty, pero ésta no se dio cuenta. Tenía planeado aprovechar esa salida para contarle a Sam, con calma, que ahora Alex y ella salían, pero su idea se venía abajo.
  –Es que como ahora están juntos, pensé que Diana lo iba a invitar –respondió Katty, demasiada distraída para notar que cometía un error.  
  –¿Juntos? –dijo Sam casi sin voz.
  Diana guardó silencio unos momentos en los que Katty le dirigió una mirada de disculpas, dándose cuenta demasiado tarde, que había metido la pata.
  –Emm.… sí dijo al fin dándose cuenta de que no podía mentir. 
  Sam se quedó mirando la nada, no quería aceptar lo que acababa de escuchar. 
  –Ok –dijo de manera tajante.
  Los demás siguieron hablando de sus vidas mientras Sam se aislaba en su tristeza, Diana trató de unirse a alguna conversación pero su atención estaba en su amigo y no podía dejar de lanzarle miradas nerviosas, necesitaba hablar con él lo más pronto posible, pero no veía como. 
  Entonces llegó la mesera con sus órdenes.
  –Aquí esta su comida –dijo colocando los pedidos sobre la mesa. 
  Bel que comenzó a comer su pastel rápidamente, palideció asombrosamente de un instante a otro. Diana la observó con los ojos bien abiertos.
  ¿Bel?
  –¿Te encuentras bien? –preguntó Peter preocupado volteándose hacia ella.
  Bel se levantó.
  –Ya vuelvo –dijo y salió con mucha prisa hacia los lavabos.
  –Voy a ver que le pasa –murmuró Diana levantándose para buscarla y olvidando por un instante a Sam, que no parecía notar lo que ocurría y tenía su vista fija en su batido. 
  Encontró a Bel en un cubículo del baño sentada en el suelo, parecía estar al borde del desmayo.
  –Bel, ¿Estás bien?
  –Ya no soporto estos mareos –respondió con un murmullo, eso le dio a entender a su amiga que no era la primera vez que le ocurría, Bel sonrió sin fuerza–. Mis tíos piensan que estoy enferma.
  Puso los ojos en blanco.
  –¿Tus tíos no estaban acampando? –Se extrañó Diana.
  Bel negó lentamente.
  –Eso no era verdad –explicó ella sin ninguna dificultad–. Mis tíos están aquí, pero no me atrevo a contarles aún –Bel levanto su mirada hacia de su amiga–. No se lo digas a nadie ¿sí?... no quiero que piensen que Moni tenía razón.
  Diana asintió, de un modo muy extraño, no se enojaba con su amiga por mentirle, más bien creía entenderla.
  –¿Y Diego? ¿Ya lo sabe?
  –No tiene idea, la última vez que hablé con él solo le dije que terminábamos. No sé como se lo voy a decir.
  –No te preocupes, te vamos a ayudar –aseguró mientras le tendía una mano para que se levantara del frio suelo en el que estaba, no sabía la forma en que podían hacerlo, pero ofrecerle apoyo la haría sentir mejor.
  Maribel se lavó la cara y cuando terminó escuchó unos golpes en la puerta.
  –¿Bel, Diana? Soy yo, Pitt ¿Te encuentras bien? –dijo la preocupada voz del chico. 
  Maribel suspiró y se arregló el cabello.
  –Estoy bien, salgo enseguida –respondió al tiempo que abría la puerta.  
  –Estás muy pálida –dijo Peter mirándola concentrado.
  –Pero me siento mucho mejor, gracias por preocuparte de mí.
  Peter le sonrió aunque aún se notaba preocupado.
  Diana volvió a mirar a Bel ¡De verdad estaba muy pálida!
  –¿No prefieres que nos vallamos? –Insistió ella con preocupación–. Podemos pedirle a Sam que nos lleve en su coche.
  –Sí, creo que es lo mejor –respondió Bel.
  –Voy a preguntarle –dijo Pitt caminando hacia la mesa. 


   El coche se detuvo. 
  –¿Aquí es donde vives? –preguntó Sam con la  misma voz fría que había estado ocupando durante el trayecto. 
  Bel asintió. 
  –Te acompaño, vivo por aquí cerca –sugirió Peter. 
  –Claro, gracias. 
   Ambos se bajaron del coche y se despidieron con la mano mientras el auto se alejaba. 
  Diana se sintió muy incómoda al quedar sola con Sam que evidentemente aún seguía enojado, había tenido la esperanza de que Peter viviera más lejos que ella, pero… ¿Acaso no era hablar con Sam lo que necesitaba? Sin embargo no tenía idea que decirle, solo quería que dejara de estar de ese modo.
  Ninguno de los dos habló durante el camino y cuando Diana, tan impaciente como siempre, sintió que ya no podía soportar más ese silencio Sam habló.
  ¿Por qué no me lo dijiste?
  –Fue solo ayer –se excusó ella–. Además no creo que te hubiera alegrado la noticia.
  Pero todos lo sabían allí menos yo, quede como un completo idiota protestó.
  –No tuve la oportunidad de decírtelo…
  –Pensé que eras mi amiga –le interrumpió él con sequedad.
  Diana sintió un nudo en la garganta, sabía que no podía justificar que el enojo de Sam, sin embargo su tristeza era culpa suya, fuera esa su intención o no.
  –Lo soy… y te lo iba a decir de todas formas.
  Sam no respondió y Diana comenzó aun sentirse peor que antes de que hablaran.
  –¿Cómo pasó? –dijo al fin Sam con voz que pretendía ser calmada pero que sonaba increíblemente forzada.
  –Fuimos a ver una película y… simplemente pasó– respondió sin entender muy bien lo que él quería saber.
  –¿Se besaron? –preguntó un tanto molesto.
  –Es obvio ¿no? –dijo perturbada. 
  Sam rió amargamente a pesar que la situación no tenía ni la mas mínima gracia.
  –Claro que es obvio.
  –¡Sam basta! –explotó Diana sin poder soportar ni un segundo más la presión, antes de proseguir respiró bien profundo para calmarse –. Me gusta Alex, tú lo sabes –se sintió algo cruel por decírselo y esperó que Sam no pensara que se lo restregaba en la cara, ella solo quería dejar las cosas bien claras… como si no lo hubiera hecho un millón de veces en el pasado. Pensó en decir algo para alegrarle pero lo único que se le ocurrió fue:– además tú vas a ir al baile con Mónica.
  Obviamente no era la mejor idea decir eso.
  –Tú sabes porque voy con ella.
  –Sí lo sé…–luego se quedó en silencio y añadió: –Eres mi amigo Sam, mi mejor amigo desde hace quien sabe cuanto tiempo, y no quiero perderte por ninguna estupidez.
  El coche se detuvo frente a la casa de Diana, Sam la miró a los ojos.
  –Yo tampoco, pero no puedo evitarlo... –murmuró con voz increíblemente baja.
  Diana se apoyó en el respaldo del asiento de su amigo y lo abrazó por el cuello. Sam no se movió por lo que ella se bajó del coche y lo miró a través de la ventanilla del copiloto.
  –Lo siento, sé que es difícil, pero... debes acostumbrarte.
  Ella caminó hasta su puerta pero antes de llegar recibió un mensaje de Bel, lo leyó mientras oía el sonido del coche de Sam alejándose.
  Pitt me invitó al baile d las hojas. 
Diana comenzó a teclear rápidamente la respuesta en su teléfono celular
  Y ¿q’ le dijiste?
Recién había entrado a su casa cuando recibió la respuesta.
  Le dije q’ no sabía si iba a ir ¿Crees q’ debería acompañarlo?
Subió las escaleras mientras escribía.
  Si x supuesto, pero es tú decisión.
   Pulsó enviar y entró en su habitación, cogió su peluche de hermoso pelaje y se tiró en su cama. Quería dormir... para poder despertar en la mañana y darse cuenta de que nada había pasado en ese día, para volver a estar protegida por esa burbuja de felicidad que la rodeaba cuando despertó... y que había desaparecido poco a poco a lo largo del día.
 

sábado, 16 de abril de 2011

Capítulo ocho

  Holaa holaa :) llegó el capítulo ocho.
  Como siempre (aunque jamás va estar de mas) dar gracias a todoos los que nos siguen, a todos los que os leer y a los que comentan.
  ¡¡¡Saluuudooos!!! :D

                        Emocionada
  Diana no alcanzó a escuchar el sonido de su despertador ya que el sol de la mañana entró por su ventana y un rayo de luz le llegó de golpe en sus mejillas despertándola repentinamente. Bajó a desayunar, unos minutos antes de lo normal, por las escaleras de su casa de dos pisos que estaba decorada con muchos cuadros, la mayoría de castillos estilo medieval. Desayunó con calma porque no tenía ningún apuro, al terminar volvió a subir las escaleras en busca de su ropa para ir a la escuela.  
  Decidió poner un suéter con cierre color turquesa sobre su blusa blanca de tirantes y unos vaqueros con zapatillas. 
  Diana pudo oír la fuerte bocina del autobús que se encontraba frente a su casa, por lo que salió muy rápidamente.                                                                           
  Subió al transporte escolar y saludó al chofer del cual no sabía su nombre, mientras avanzaba vio que Bel estaba muy pálida, lo cual era muy extraño ya que ésta tenía piel morena, estaba sola y unos asientos más atrás se encontraba Moni que observaba la espalda de Bel con cara de pocos amigos. Diana se acercó hacia Maribel.
  –¿Estás bien? –preguntó sentándose junto a ella.  
La voz de Bel era triste y tenía un leve temblor.
  –Eso creo –respondió mirando por la ventanilla del autobús con gesto ausente.                                               
  Hubo un pequeño silencio luego del que Diana se animó a preguntar:
  –¿Se lo dijiste ya a tus tíos?                                            
  –No he podido –se lamentó ella y prosiguió–. Fueron a acampar al lago y no he hablado con ellos desde que lo supe.                                                                                   
  –No se lo ha dicho porque es demasiado miedosa –se entrometió Moni dirigiéndose a Diana, había avanzado y escuchado la conversación.                           
  Diana la miró con desaprobación, el autobús se detuvo y Bel se levantó de su asiento increíblemente rápido y se bajó a toda prisa sin mirarlas.                          
  –¿Ves lo que has hecho ahora! –gritó Diana indignada mientras se ponía de pie y sin esperar respuesta añadió:– ¿Crees que es fácil para ella?

  La gente que pasaba por su lado las miraba con extrañes, incluso algunos entrometidos se detuvieron para mirar como si fuese un espectáculo            
  –No es mi culpa que ella sea tan imbécil –escupió ella furiosa, ignorando por completo al grupito que las observaba cuchicheando a una corta distancia.                            
  –Pero tú deberías apoyarla.                               
  Moni lo pensó unos momentos, buscando las palabras exactas para expresarse y luego dijo:                       
  –¿Apoyarla?, ¿Para que sea aun más estúpida?                        
  –¡No!, para que no lo sea, se supone que es tu amiga. 
  –Lo era –le corrigió ella, poniendo mucho énfasis en la última palabra, para dejar bien claro que eso ya era del pasado –antes de estar con Diego –chilló.                             
  Diana la miró desconcertada.
  –¿Qué tiene que ver eso en todo esto? –preguntó sin comprender a Moni, no sabía por que estaba tan enojada, sería sensato reaccionar con tristeza o incluso decepción, pero el comportamiento de ella era completamente irracional. En un principio, cuando su amiga le contó a Diana como había reaccionado Mónica, ella no se lo había creído, pero ahora lo estaba viendo con sus propios ojos.
   Moni se quedó callada, sin saber como rebatir.
  –¡Tú no me entiendes, no entiendes nada! –exclamó con voz estridente, como si eso fuera una buena justificación, suficiente para declararse ganadora de la discusión.
  –Porque tú no explicas nada.                                    
  –No, no, no puedo –balbuceó–. Yo solo me preocupo por ella –dijo finalmente y se alejó.             
  Diana la miró con desprecio y salió del autobús dejando atrás a los curiosos que comenzaron a murmurar aun más que antes.
  Estaba, tenía que admitirlo, muy sorprendida, Moni siempre había sido su amiga, a veces era mal genio y otras veces actuaba estúpidamente sin justificación, pero nunca como para llegar a ese punto, en general las solía ayudar y apoyar en sus problemas, pero ahora se había salido de control.

  –¿Dónde se habrá metido Bel? –se preguntó, miró a su alrededor tratando de distinguirla de alguna forma entre los chicos y chicas de la escuela que ya habían llegado y se reunían para charlar después del fin de semana. Creyó distinguir una cabellera oscura y lisa que tal vez fuera la de Moni, pero trato de ignorarla y concentrarse en la búsqueda de su amiga, pero parecía haberse esfumado de la escuela y temió que hubiera decidido marcharse.
  Suspiró de alivio al encontrarla en un lugar apartado junto al gimnasio, no estaba sola, Sam estaba a su lado mientras Bel hablaba y la miraba con preocupación. No se necesitaba ser muy inteligente para entender lo que había ocurrido, esta vez si que había durado poco la determinación de Maribel para guardar un secreto.
  Se acercó con cautela, ambos la vieron aproximarse y esperaron en silencio a que llegara a su lado, pudo ver el rostro de Bel, tenía ojos llorosos, pero aparte de eso, a excepción de su inusual palidez, se veía normal y en calma.
  –¿Se lo dijiste? –lo formuló como pregunta, pero no tenía ninguna duda al respecto, la última confirmación había sido el rostro del confundido y asombrado Sam, probablemente era un reflejo muy parecido al de ella misma cuando fue su turno de saberlo.
  –Sí –respondió aunque no fuera necesario y se encogió de hombros para dar a entender que no tenía importancia– Pero no se lo dirá a nadie –se apresuró a asegurar ella ante la mirada de su amiga.                                             
 –Claro que no –afirmó Sam con voz queda.
  Diana suspiró y asintió, le creía, ese no era precisamente el problema.                                                    
    Hubo un largo silenció, aunque ninguno de los tres pareció darse cuenta de este, cada uno estaba inmerso en sus propias cavilaciones.
  –Hum… –murmuró Bel después de un momento–. Ustedes creen… ¿Creen que podría decírselo a Derek?
  Diana levantó la vista al igual que Sam, Bel miró con insistencia a éste último para saber la opinión que tenía sobre su hermano.
  –¡Ah! Bueno… –dijo algo sorprendido–. Supongo que sí, Derek no es chismoso… pero de seguro se lo diría a Katty.
  –Claro, se lo diría a Katty –murmuró Bel para si misma.
  –Bel… solo trata de que no lo termine sabiendo toda la escuela –Diana trató de avisarle, pero estaba intentando evitar lo inevitable, y lo sabía.       
  –Lo haré, no se lo voy a contar a cualquiera, pero ellos dos merecen saberlo ¿no? Yo me sentiría mal si ustedes me ocultaran algo así.
  Ella no respondió, ya había escuchado eso varias veces antes y a pesar de que Bel lo decía con seguridad, sin mentir, era predecible como acabaría todo, en esa escuela hasta los secretos mejor guardados corrían peligro a veces.
  –Bueno –dijo Bel al ver que nadie decía nada–, voy a ir a buscarlos ¿Saben donde están?
  –¡¿Se lo dirás ahora?! –se sorprendió Sam.
  –Por supuesto, mientras antes lo sepan mejor ¿No creen?
  Sam y Diana no contestaron ante esa pregunta ya que ninguno estaba de acuerdo con ello, observaron como su amiga se alejaba caminando y luego se fueron a sentar a una pequeña banca que había cerca de ahí.
  Diana le contó la discusión que había tenido con Moni hoy en el autobús y luego ambos concedieron que, al menos de que no conocieran bien a Bel, se lo terminaría contado, prácticamente ella misma, a todos los que conocían y que pronto no habría nadie en toda la escuela que no supiera que Maribel Smith iba a tener un bebe de Diego White. Eso era algo que ambos les preocupaba bastante, aunque no tenía solución, siguieron hablando de otras cosas para tratar de olvidar ese tema y relajarse un poco.
  –¿Qué te parece si salimos después de clases? –preguntó Sam a Diana cuando no debía faltar mucho para el toque de timbre–. Podemos ir a tomar un batido de frutas, pronto hará demasiado frio para poder disfrutar de uno.  
  –Hoy no puedo –respondió, acababa de acordarse de que Alex la había invitado a ver una película ¿Cómo había podido olvidarlo? Evaluó con la mirada su patético atuendo y deseó haber elegido algo mejor, ya tendría tiempo para arreglarse al llegar a su casa, pero en ese momento los nervios la habían asaltado por sorpresa, haciendo que de repente todo en su mente se volviera un caos total.                                         
  –¿Por qué no puedes? –la voz de Sam la regresó de golpe a la realidad.                                                                
  –Voy a salir con Alex –apenas lo dijo, lamentó profundamente haber sido tan exacta, pero su confusión le había hecho olvidar que era Sam con quien hablaba, podría haber dicho perfectamente: ‘’Estaré ocupada’’ o simplemente ‘’Voy a salir’’ y no habría tenido ningún problema.
  Se mordió el labio con nerviosismo y levantó el rostro para encontrarse con la mirada de su amigo.
  –¿Con Alex? –preguntó y Diana notó el tono despectivo que empleaba inconscientemente–. Hace solo unos días me dijiste que no pasaba nada entre tú y él.
  Diana suspiró, podía ser una gran mentirosa que de todas formas acabaría siendo descubierta al final o podía decirle la verdad y aceptar que éste se enojara por haberle mentido antes.
  –Bueno… es verdad que no pasa nada… pero tal vez… –balbuceó –. Tal vez me guste… un poco.
  Vio de reojo la expresión de desengaño que invadía su semblante, pero él no dijo nada, solo miró al cielo y apoyó su espalda en la pared que tenían detrás.
  Diana se sintió mal al pensar en el daño que le hacía y trató de encontrar las palabras adecuadas para expresarse.
  –Sam, sé que debí decírtelo cuando me lo  preguntaste, pero no te enojes con migo –pidió con voz débil. 

  –No estoy enojado, solo algo… –dejo la frase en el aire mientras negaba con la cabeza.
    –Quizás el viernes podríamos ir a tomar un batido, tal vez tienes razón y después, cuando llegue el invierno ya no se puedan disfrutar. También podemos invitar a los demás –sugirió Diana intentando decir algo que lo animara–. ¿Qué te parece?
  –Sería genial –contestó sin ánimo y trató de esbozar una media sonrisa.

  

  Alex tomó esperanzado la antepenúltima película que quedaba y miró el título ‘’ Técnicas de pintado en…’’ no terminó de leerlo y lo arrojó a cerro de otros DVDs  que había a su derecha. Los otros dos que quedaban ni siquiera se esforzó en leerlos, ambos tenían el titulo escrito a mano y el papel tenía los bordes irregulares como si lo hubieran recortado simplemente con los dedos, obviamente eran de algún partido de beisbol o de soccer de hace quien sabe cuantos años.
  Suspiró al mirar la torre de películas que aún quedaba al otro lado del televisor, era mas pequeña que la que acababa de ver, pero de todas formas oscilaba peligrosamente al menor movimiento. En ella tenía que haber algo que valiera la pena, porque si no estaba perdido.
  Amontonó, ahora ordenadamente, todas las cajas de DVDs ya revisadas, a excepción de tres, que eran hasta el momento sus ‘’fantásticas’’ opciones, dos de ellas eran de películas mudas en blanco y negro, y la otra mostraba en su portada la caricatura de un elegante oso con un bastón y un sobrero.
  ‘’Tengo películas geniales’’ ¿Cómo había sido capaz de decirle a Diana semejante estupidez? Lo único que tenía eran solo cintas de deporte pertenecientes a su padre y tonterías de manualidades de su madre del estilo ‘’Hazlo tu mismo’’
  Observó de la forma más suplicante que pudo el otro montón, rogando mentalmente poder hallar ahí algo decente. Al igual que antes fue dejando a su izquierda todos los DVDs  que pertenecían a sus padres, y a su derecha añadió, sin mucha emoción, una cinta cuyo nombre no podía leer ya que estaba escrito en japonés o tal vez chino.
  Cuando ya iba por la mitad comenzó a perder las esperanzas, no tenía suficiente memoria como para recordar en que lugar de esa enorme ciudad había alguna tienda de películas y ya no tenía tiempo para averiguarlo, Diana podía llegar en cualquier momento ¿Qué ocurría si lo único que tenía era una pésima grabación del campeonato nacional de basquetbol de hace mas de diez años?
  De los nervios empujo el DVD que se proponía a tomar y lo arrojó detrás del televisor. Alex Introdujo su brazo atrás del mueble para alcázar la película que había caído encima de unos empolvados cables, pero al momento que la tomó, se levantó una pequeña pero densa nube de polvo. Él soltó un fuerte estornudo y su cabeza se dio de golpe con una esquina sobresaliente del mueble del televisor, esto hizo que la pila de DVDs aun no revisados se le cayera encima.
  –¡Rayos! –murmuró saliendo de detrás del mueble y llevándose la mano a la sien donde se había golpeado y sentía un dolor punzante.
  Pestañeó mientras leía el título de la película que aún sostenía ‘’Titanic’’
  Soltó un resoplido, no había nada que encajara menos en la categoría de ‘’sorpréndeme’’ De todas formas lo dejaría en las opciones, buscó en su alrededor, pero estas habían quedado sepultadas por los demás DVDs caídos.
  Observó el reloj que colgaba de la pared y sintió que el alma se le caía a los pies, Diana debía estar a punto de llegar y el no tenía nada, absolutamente nada.
  Rebuscó con desesperación entre todas las películas que había a sus pies buscando algo que lo salvara, pero no tenía caso. Las tomó apresuradamente intentando ordenarlas sin que se volvieran a caer, cuando acabó, levantó la de Titanic, pensando que no podía haber nada mas patético, poner uno de los largometrajes mas románticos que existían parecía un intento demasiado obvio, y si Diana no sentía lo mismo que él, sería algo por completo humillante, pero no tenía otra opción, lo supo con certeza al oír unos golpes en la puerta.
  Puso la película lo mas rápido que pudo en el reproductor de DVD ¡listo! Ya no podía arrepentirse y decirle a Diana que verían ‘’El oso elegante’’ solo quedaba tomárselo con humor y fingir que era chistoso ver Titanic cuando ella esperaba un ‘’sorpréndeme’’
  Se sacudió el cabello haciendo caer un montón de motas de polvo que se le habían pegado. Echó un último vistazo a su alrededor para asegurarse de que no se le olvidaba nada, pero el lugar se veía increíble, eso merecía su propio reconocimiento, el mismo había ordenado el anterior desastre que había ahí, pero eso le había hecho olvidar el detalle más importante: la película.  Suspiró tratando de afrontar psicológicamente lo que su destino le pondría por delante y se dirigió a abrir la puerta.
  

   Diana dio un par de golpes en la puerta de la casa de Alex que tenía un aspecto acogedor y estaba hecha de ladrillos. Él abrió solo unos momentos mas tarde.  Estaba vestido con una camisa blanca, vaqueros oscuros y tenía el pelo un poco despeinado, pero eso a Diana le gustaba.
  –¡Diana!, te estaba esperando –dijo Alex con su increíble sonrisa.                                                                     
  –¿Me tarde mucho? –preguntó tratando de calcular mentalmente el tiempo que había ocupado arreglándose, había tratado de apurarse.                     
  –No te preocupes, pasa.

  Entraron al Living donde había un gran ventanal que dejaba entrar una agradable brisa e iluminaba toda la habitación ocupada por un viejo sofá beige y en un mueble un gran televisor rodeado de innumerables CD’s.

  –Estuve ordenando, esto estaba hecho un desastre.
  –Hiciste un buen trabajo, y ¿Qué vamos a ver?
  Alex lo pensó un poco antes de responder. 

  –Titanic –dijo mirando de reojo a Diana– ¿La conoces? –Bromeó, aunque por algo que Diana no entendió no parecía muy feliz.  
  –Claro –respondió ella sonriente, aunque le sorprendía un poco que Alex hubiera elegido esa película, pero no le molestaba–. Pero nunca he tenido la oportunidad de verla.
  Alex se sorprendió un poco, pero luego sonrió complacido de si mismo. 

  –Está bien, siéntate mientras voy a buscar un poco de comida.
  Alex se dirigió a la cocina y Diana se sentó en el sofá que olía a vainilla, mientras miraba un hermoso cuadro de cisnes, Alex llegó con papitas y soda. 
  –¿Te gustan las papitas? 
  –Sí, me encantan. 
  Alex le sonrió ampliamente y luego encendió la televisión, colocó la película en el reproductor de DVD y fue a sentarse junto a Diana. 
  –¿Te sientes cómoda? –preguntó él. 
  –Sí, me siento perfectamente.            
La película comenzó.  
  –¿Sabes?, no creo que Leonardo Di Caprio sea muy lindo –comentó Diana que no lograba mantener su atención en la película. 
  –¿Enserio?, eres una de las pocas.  
  –No lo sé…, no me gustan los rubios.
  –Entonces ¿Te gustan los que tienen el pelo oscuro? 
  Pensó unos segundos no sabía si decir o no lo que tenía en mente, pero finalmente se armó de valor y respondió observando a Alex de reojo
–Si, como tú –dijo tímidamente. 

  Alex rio entre dientes y se acercó a Diana un poco mas, ésta, nerviosa, tomó un mechón de su cabello y comenzó a jugar con él, desde hacia tiempo tenía esa costumbre.     
  –Pero tú eres completamente rubia –dijo, aun riendo después de observarla.
  –Así es, pero no me gusta.
  –¿No te gusta? –se extraño Alex –. Pero si tu cabello es genial.
  Diana observó el televisor un poco avergonzada y luego se dispuso a ver la película. Estaba en el momento que los protagonistas se vieron por primera vez, entonces Diana recordó la primera vez que ella vio a Alex, pero no tuvo ni un cuarto del romanticismo que esa escena. 

  A Diana le dio un repentino escalofrió, notó que sus brazos estaban muy fríos, tal vez por que la ventana seguía abierta, se acercó a Alex disimuladamente para que él no lo notara y denuevo sintió el increíblemente agradable calor que había experimentado cuando tomó su mano. 
  –¿Qué pasa? –preguntó él, a pesar de su intento de que no se percatara Diana había sido demasiado notoria. 
  –Me dio un escalofrió. 
  Para la sorpresa y alegría de la chica Alex la rodeó con su brazo.
   –Solo estás muy helada.

   –Gracias –murmuró ella, acurrucándose a su lado y sintiendo que su corazón daba un vuelco. Sonrió mirando al piso para que no la viera.  
  Alex también lo hizo y volvieron su atención a la película que ya estaba por terminar, a pesar de no haberle prestado mucho interés, Diana no pudo evitar que unas lágrimas cayeran por sus mejillas.
  –Vamos Diana, no te pongas así.  
  –No te preocupes es solo la película –dijo sin querer parecer llorona–. Me dolería mucho perder a la persona que amo –murmuro secándose los ojos. 

  –Creo que yo tampoco lo soportaría –Alex pensó un segundo, levantó una mano para secar delicadamente bajo los ojos de Diana–. No soportaría perderte a ti.
  Diana fue incapaz de articular palabra alguna por unos momentos que para Alex contuvieron toda una eternidad dentro. Ella estaba impactada pero a la vez  maravillosamente feliz, nunca se había sentido de esa forma tan especial, como si ese momento estuviera dominado por una extraña magia.
  –No tienes porque perderme– le aseguró con una voz cargada de cariño.
  Se volteó para mirarlo, sus ojos verde esmeralda parecían resplandecer. Estaban muy cerca y Diana podía escuchar con claridad cada latido del corazón de Alex, era lo único que escuchaba, la canción que pasaba con los créditos de la película podría estar en volumen máximo y aún así no la habría notado para nada. Lo único capaz de interponerse a ese sonido, fue la voz de Alex que hablaba en un susurro, aunque parecía estar completamente a coro con su corazón.

  –Tú tampoco tienes que perderme a mí –aseguró.
  Alex se acercó a ella y a pesar de estar separados por solo un par de centímetros el tiempo que demoró fue como si cada segundo equivaliera a años.  Posó suavemente sus labios con los de Diana, envolviéndola por completo en su calidez. Fue un beso largo e intenso en el que el corazón de Diana latía más y más de prisa, Alex jugaba con los dedos en su cabello y ella enrolló sus brazos alrededor de su cuello para acercarlo más hacia si.
 Después de un tiempo, imposible de medir con exactitud, se separaron el uno del otro unos pocos centímetros.
  –Hueles bien –dijo Alex en un susurro y luego volvió a besarla, solo por un instante, pero de todas formas los ojos de Diana se tornaron de color un verde muy brillante, parecidos a los de Alex, aunque no con el mismo tono de las esmeraldas.

  –Gracias, tú también llevas un exquisito perfume – respondió, tal vez antes no había logrado notarlo, por lo amenazante que le parecía, pero ahora percibía con toda claridad lo dulce y delicioso que éste era. 
  Diana le sonrió mirando su reloj de muñeca detrás del cuello de Alex. 
  –¡Oh! Dios, me tengo que ir. ¿Te veo mañana? 
  –Claro –dijo el sonriendo con entusiasmo ante la perspectiva de que mañana se vieran, aunque solo fuera en la escuela–. Eh… Diana ¿Vas al baile de las hojas? 
  –Sí.
  –¿Tienes con quien ir? 
  –Supongo que no.
  –Entonces ¿Quieres ir conmigo? –preguntó Alex con una sonrisa de niño bueno que hizo a Diana soltar una risa cantarina. 
  –Por supuesto, Alex –contestó, de repente había dejado de parecerle algo aburrido e instantáneamente sintió ansias de que éste llegara pronto.