viernes, 11 de marzo de 2011

Tercer capítulo

  ¡Holaa!, hoy vamos a subir el tercer capítulo, ojala que les guste :) Gracias a toda la gente que ha comentado hasta ahora.


                 El parque
N i Diana ni Tania habían visto a Moni en el resto del día, pero después de clase se juntaron fuera de la escuela donde estaba repleto de chicos ansiosos por salir a la libertad luego del largo y tedioso primer día de clases. 
  –Moni ¿Que diablos te sucedió en el comedor? –preguntó Tania abriéndose paso hacia ella entre la multitud que no cesaba de dar empujones.
  –Nada, solo estaba un poco sensible, ya saben, es el primer día –dijo Moni encogiéndose de hombros y tratando de restarle importancia al asunto.
   No era solo eso, Diana estaba segura de que había algo más, a pesar de que su voz se oía completamente sincera. 
  –Te entiendo –dijo Tani, aunque en el fondo parecía pensar de igual forma que su amiga.­
  –¿Y Bel?
  –No lo sé, de seguro debe estar con Diego –respondió con disgusto disimulado pero su voz no pudo dejar de tener un tono desdén. 
  –No lo creo… 
  –Bueno no importa –dijo Moni sacudiendo la cabeza de lado a lado y movió sus manos como intentando alejar unas molestosas moscas invisibles–. ¿Quieren ir al cine? Podemos ver Avatar –sugirió con entusiasmo.
  –Me encantaría ver gente azul… pero tengo que estudiar historia –se excusó Tania.
  –Yo voy.
  –¡Nos vemos mañana!
  Luego de despedirse Tania caminó hacia el parque más cercano de la escuela, estaba empezando el otoño y las hojas anaranjadas comenzaban a caer, el cielo estaba lleno de nubes, pero el sol se veía claramente y calentaba bastante. Se arrepintió de haberse colocado sus botas de cuero con vaqueros gruesos.
  Encontró un árbol muy grande y con una sombra agradable, casi nadie de la escuela iba a ese parque, por lo que no tenía que preocuparse de encontrar a alguien por sorpresa.
  Ella se sentó debajo del árbol, haciendo a un lado su mochila verde, que estaba repleta de calcomanías, y miró el cielo mientras sentía que las últimas brisas del verano levantaban su pelirrojo cabello y rosaban sus mejillas, estaba tratando de relajarse por solo unos minutos.  Un pequeño insecto comenzó a caminar por su brazo. Tania miró su reloj y dijo: 
  –Maldición, ya pasaron veinte minutos.
  Sacó un grueso libro de terciopelo café con unas letras negras de borde dorado que resaltaba “Hechizos de control nivel 4”
  Tania ojeó el libro rápidamente hasta llegar a una página que estaba marcada, comenzó a leer en voz baja unas pocas líneas, luego levantó su mano como si fuera una ligera pluma y movió los dedos, parecía que estuviera dirigiendo una orquesta sinfónica. Las hojas se elevaron como un gran tornado alrededor de ella, se agitaban sin control, pero con cierta gracia. Cerró los ojos y comenzó a bajar lentamente sus brazos, al abrirlos de nuevo las hojas ya estaban en el suelo, tan inmóviles y comunes como hace solo dos minutos atrás.
  Ella se arrojó encima de las hojas y simplemente rió, satisfecha de si misma.  
  –Por fin lo logré –pensó Tania. Pero después de un momento vio con los ojos bien abiertos una fuente que estaba en el centro del parque, solo la miró, un poco de agua salió y se dirigió hacia ella, que puso sus manos alrededor, tenía forma de esfera y comenzó a brillar, la esfera era extremadamente pequeña, pero brillaba con una intensidad que cegaba a Tania por completo, dejó ir la esfera que se convirtió en simple agua salpicada.   
  Tomó el libro nuevamente todavía viendo molestas lucecitas.    
 –¿Por qué me pasa esto? –se dijo para sí misma con rabia mientras parpadeaba repetidamente y volvía a observar el gran  libro.
  –¿Estudiando el primer día? –escuchó Tania por detrás, cerró su libro de golpe, lo guardó en su mochila abierta con un fluido movimiento y se volteó rápidamente, era Dan, parecía un poco despeinado, tenía sus lentes mal puestos y unas pequeñas salpicaduras de barro en su mejilla.                   
  –¡Dan! ¿Qué rayos te paso? –exclamó  ella y se levantó para arreglar los torcidos lentes del chico.
  –No importa solo…cosas. 
  –¿Cosas?
  Dan la miró con una pequeña sonrisa como diciéndole que no tenía que preocuparse, Tania asintió levemente con una sonrisa falsa. El se tiró al lado de Tania como si sus piernas no pudieran aguantar su peso ni un solo instante más.
  –¿Estás bien?
  Dan suspiró mirando el cielo.
  –No es nada, solo estoy un poco cansado.
  –¿Cansado y cosas? –preguntó Tania volviendo a sentarse en el pasto y observó a Dan que simplemente se encogió de hombros. 
  –Cansado y cosas –afirmó. 
   Tania rió despacio.
  –Y… ¿Qué estudiabas? –preguntó él.
  –Un poco de historia –mintió lanzando una mirada de reojo a su mochila que descansaba inocentemente en el pasto y sintiendo desesperados deseos de cerrarla y esconderla detrás de su espalda, lo mas alejada de Dan.
  Él no lo notó, pero de todas formas pareció extrañado por el tono nerviosamente evasivo de la chica. 
  –¿Solo es el primer día y tienes que estudiar?
  –Y… ¿Caminabas solo por aquí? –dijo Tania tratando de desviar el tema e ignorando su pregunta. 
  –Estaba con Alex, pero se tuvo que ir a su casa –respondió olvidando el tema anterior.
  Tania lo observó unos segundos y paso una mano distraídamente por su despeinado cabello.
  –¿Quieres que te acompañe? –inquirió. 
  –Siempre –susurró Dan sin siquiera darse cuenta y luego pareció sorprendido de esas palabras hubieran salido de sus labios en voz alta.
  Tania lo miró con una sonrisa, pero antes de que hablara, su teléfono sonó.
  –¿Alo? –dijo Tania desviando la mirada, se levantó y comenzó a caminar zigzagueantemente alrededor del árbol bajo el cual estaban sentados.
  –¡Tania, soy yo! –la voz de Andrew resonó en su cabeza, tal como suelen hacer los ruidos molestos.
  –¿Andrew? –dijo con voz desalentada, sabía que era él, pero la pregunta surgió automáticamente de sus labios. 
  –Vamos Tani, sal conmigo. 
  –No quiero Andrew –respondió tratando de controlar el impulso de cortar el teléfono en ese preciso momento.
  Ya estaba harta de ese chico, ahora acababa de arruinar, nuevamente, su conversación con Dan.
  –Tania, no creo que encuentres algo mejor que yo –ella casi podía imaginarse el gesto de superioridad que adoptaba su rostro cuando decía esto–. y de todas formas ¿Con quién irías? ¿Con los rechazados?  
  –Basta Andrew son mis amigos y prefiero mil veces salir con ellos a salir con… espera me corrijo, prefiero sacarme una maldita muela antes de salir contigo, acéptalo, ya no me gustas y quiero que me dejes en paz.    
  Tania cerró el teléfono bruscamente y lo arrojó al césped sosteniendo su cabeza entre sus manos.
  –¿Estás bien? –pregunto Dan acercándose a ella con gesto preocupado.
  –Sí, es solo que ese tipo me tiene harta –Tania pensó por un minuto–. ¿Sabes? antes él y yo fuimos novios.
  Soltó una risa sarcástica y Dan abrió mucho sus ojos celestes.
  –¿Cuándo? 
  –Hace dos años, la verdad es que fue mi primer novio, me gustaba demasiado ni siquiera me había dado cuenta de lo idiota que era… y sigue siendo. 
  –¿Entonces que cambió?  
  Tania lo miró con una sonrisa que ocultaba tristeza.
  –Él no me quería –dijo volteándose para mirar las nubes que avanzaban perezosamente en el cielo–. En cuanto lo aceptaron en el equipo de soccer se busco otra novia y simplemente me dejó.
  –Que estúpido.
  –Ya sabes, solo aprovechó. 
  –Tania, cualquiera que haga eso, es un completo imbécil de la cabeza a los pies.
  Ella lo miró un poco sonrojada.
  –Dan ¿Y por que tú dejas que te trate de esa forma? 
  –Escucha, yo era uno de los más pequeños en el orfanato en que crecí ­­–le explicó él después de un segundo de silencio–. Siempre me decían que hacer o me molestaban, casi no tenía amigos, a excepción de Max que también era uno de los más pequeños –Dan se detuvo a pensar un poco, parecía estar recordando algunos momentos poco agradables de su pasado–. Era muy solitario, además trate de escapar diecisiete veces, así que a los tutores no les importaba en lo absoluto como estaba yo, a los catorce decidí irme, y ya que la madre de Andrew y la mía habían sido muy amigas le prometió pagarme la escuela antes de que ella muriera –dijo mirando hacia abajo y surgiéndole una sonrisa llena de pena–. ¿Sabes? yo antes amaba los superhéroes los leía todo el tiempo y pensaba que yo podría ser tan fuerte y valiente como ellos.
   Tania lo miró con una cara de preocupación, tomó su mano y lo besó en la mejilla.
  –Dan tú eres fuerte y valiente, pero ahora no es el momento de demostrarlo.
  Dan y Tania se recostaron de espalda en el césped, esta vez como si los dos estuvieran muy agotados, y suspirando miraron las nubes sin ninguna preocupación en su mente, no se dieron cuenta cuanto tiempo había pasado hasta que llegó el atardecer y el cielo comenzó a tornarse color rojizo y las nubes adoptaron la apariencia de grandes algodones de azúcar.
  –Oh, mira el atardecer, es precioso –exclamó Tania. 
  –Sí que lo es –Dan miró a Tania a través de sus gruesos anteojos–. Como tú –añadió casi sin voz.
  –¿Qué? –pregunto ella, ni siquiera estaba segura de si le había hablado.
  –Nada.
  El volvió a mirar el cielo mientras pensaba con impotencia:
   –¡Maldición! Me gusta hace tanto y todavía me siento como un tonto cerca de ella. 
  –Tania…
  –¿Qué? –preguntó ella con dulzura, mientras se sentaba y miraba a Dan con una sonrisa asomándose en sus labios.
  –M-me preguntaba si tú… si tú… quieres… ya sabes… ir… conmigo… a la t-tocata el viernes –él tenía una voz insegura y algo entrecortada, y sentía que su estomago se encogía, sus nervios lo traicionaban horrorosamente.  
  Evitó mirar a Tania a los ojos, si ella le decía que no, se sentiría el chico más asombrosamente patético que alguna vez haya pisado el planeta tierra… si es que no lo era ya, claro.
  –¡Oh! Claro, me encantaría –dijo abrazándolo, sin darle siquiera un segundo para procesar su respuesta–. Sería genial.
  Los ojos de Tania volvieron a brillar de felicidad y Dan, sorprendido, sintió que se relajaba y que el peso en su estomago se aligeraba un poco, no por completo, pero al menos le devolvió el habla.
  –Sería fantástico –dijo al oído de Tania que, por encima del su hombro vio que su teléfono celular seguía en el pasto, casi completamente oculto por las hojas, probablemente lo habría olvidado de no haberlo visto.
  Se separó un poco de Dan para tomarlo y vio que ya eran las 7:30 de la tarde. 
  –Rayos, me tengo que ir –susurró poniéndose de pie.
  –Claro, nos vemos.
  Tania le dio un fugaz beso en la mejilla de despedida y luego se fue.
  –¡Por fin me lo pidió! –canturreo ella en su mente con emoción, mientras caminaba más y más de prisa.
  –¡Voy con Tani a la tocata! –pensó él con alegría y se recostó en el césped con los brazos extendidos.


10 comentarios:

  1. awww hace tiempo que no leía algo tan lindo, romántico y tan dulce!! ºwº se han convertido en una de mis parejas de ficción favoritas!! <3

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  2. ahiii que lindo romantico y tierno
    me encanta esta historia!

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  3. que bella historia por alli se ve un misterio que quiero leer jejeje felicitaciones

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  4. K tiernos, m alegra k el xico al fin decidiera dar el paso... Voy a leer mas!

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  5. ¡¡Precioooosooo!!
    Ya sé cuál es mi pareja favorita, jejee.

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  6. me encanto!!! son hermosos los dos!!

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  7. Me super encanto....que hermoso...que lindoo son...besitos, Siria ;)

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  8. aaaaahhhhhhhhh que cap mas tiernooo!!!! Ambos son super tiernooossss!!! Y ese libro¿?¿? Hummm... causa misterio...

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  9. Mi niña querida. Que especial y emotivo ha estado el capítulo. Voy a seguir leyendo mas. Estoy con la intriga

    saludis vampi

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  10. me he dejado caer por tu blog casi por casualidad y la verdad esk..tu historia me encanta!! me tiene muy intrigada...oficialmente ya tienes una nueva lectora
    http://theshadowsoftheday.blogspot.com/

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