jueves, 23 de junio de 2011

Capítulo quince

 Hooolaaa :D
 Esperamos que, como siempre este capitulo cumpla con sus expectativas :) Gracias por leernos!!

         Fotografía
D

iana estaba mirando a Bel a sus ojos de color café los cuales había vuelto a maquillar tan esmeradamente como antes. 
  –¿Y entonces qué? ¿Qué decidieron? –preguntó, Peter se encontraba al lado de ésta, afirmando su mano firmemente.  
  –Bueno, ellos decidieron –comenzó Bel mordiéndose el labio–. Que yo debo hacerme responsable de todo esto y buscar un trabajo. 
  –¿Dónde? –Diana intentó imaginar a Bel con un trabajo, eso le costó mucho parecía imposible que ella aceptara de esa forma una responsabilidad tan grande, pero después de todo ahora iba a tener un hijo… esa idea aún le parecía extraña.
  –No lo sé, podría ser en la pizzería o en la tienda de batidos de fruta –especificó Bel haciendo una mueca, aparentemente la idea le parecía tan extraña como a su amiga. Luego añadió:– Voy a ir a preguntar hoy, a ver si tengo suerte. 
  –Sabes que yo puedo ayudarte –dijo Peter por tercera vez desde que Diana había llegado.
  –Sí –respondió Bel poniendo los ojos en blanco ante su insistencia–. Pero esta no es tú preocupación.
  –Adiós –dijo Diana con un suspiro, sin querer escuchar esa discusión nuevamente.
  Caminó en dirección a los casilleros en busca de Sam. No habían arreglado a que lugar saldrían hoy.
  Lo encontró cerca del comedor apoyado despreocupadamente en la pared observando unas hojas secas a sus pies, como si fueran lo más interesante del mundo.
  –¡Hey Sam! –lo llamó Diana haciendo algunas señas con los brazos.
  Sam levantó la vista y luego la buscó con la mirada.
  –Hola Diana –saludó sonriente cuando esta llegó a su lado.
  –¿Dónde vamos a ir hoy?                                                                           
  –Donde tú quieras ir –contestó encogiéndose de hombros.
  Diana lo pensó un instante y recordó a Bel hablando de la pizzería, sabía que no estaba de humor para fingir que le agradaba el sabor de la comida humana, sin embargo era un lugar agradable y no quedaba muy lejos de allí.
  –¿Qué tal si vamos a comer pizza? 
  –Claro me encanta la pizza –exclamó Sam. 
  –A mi también –mintió.
  Caminaron hacia la cancha de juegos que quedaba a unos diez metros de ahí.
  De un momento a otro Diana se quedó petrificada, Alex se encontraba al extremo del patio y a pesar de estar tan lejos, era capaz de ver perfectamente sus ojos verdes clavados en ella con una expresión trastornada. Se sobresaltó y giró bruscamente, en dirección opuesta.
  –¡Hey!, ¿Dónde vas? –preguntó Su amigo, algo desconcertado por la actitud de Diana. 
  –Vamos –insistió sin mirar atrás, aunque ya tenía la imagen de Alex grabada en su mente.
 Sam la siguió, cuando había pasado un minuto y ya se habían alejado lo suficiente él preguntó:– ¿Por qué hiciste eso? 
  Diana miró el cielo, sin saber que responder, entre las nubes se veía un avión tan pequeño como una hormiga, trató de poner toda su concentración allí mientras Sam la observaba y esperaba pacientemente su respuesta.
  –Vi a Alex… no quiero toparme con él –confesó con un hilo de voz.
  Sam asintió y luego vaciló unos momentos.
  –Diana… ¿Por qué razón terminaron Alex y tú?
  –No importa –respondió tratando que su voz y su expresión fueran lo mas calmadas posibles.
  –Solo quería saber si puedo hacer algo por ti.
   Ella a no contestó, quería dejar ese tema de lado.


  Alex observaba como Diana, seguida por Sam, lo evitaba descaradamente. De alguna forma, no la culpaba en lo absoluto por ello, era lo mejor que podía hacer.
  Caminó distraídamente, la gente que pasaba a su lado reía y bromeaba con sus amigos, le parecían tan ajenos a él. 
  En todos estos últimos días no había dejado de escuchar su Mp4 con canciones de Heioupi, no sabía exactamente por qué razón lo hacía, éstas le recordaban incesantemente a Diana, pero había llegado a la conclusión que de todos modos no podría sacarla de su cabeza ni por un solo segundo del día. Deseó desesperadamente poder volver a estar con ella, aunque fuera por sólo un minuto, pero sabía que era inútil. Lo más sabio habría sido aceptarlo y olvidarlo, pero no era capaz de aquello. 
  Observó cuidadosamente que Mónica lo miraba fijamente sentada justo bajo un gran árbol. Ésta se levantó y comenzó a caminar en su dirección, él fingió que no la había visto y se alejó para perderse entre la gente, no quería hablar nuevamente con ella, de hecho no quería hablar con nadie a excepción de… Diana, la única persona con la que no podía hablar. 
  El resto del día transcurrió muy lentamente, cada segundo era peor que el anterior. 
  Al regresar a su casa se encontró con su padre, George, podando el césped. Era un hombre alto y robusto, con ojos de color avellana, su pelo negro siempre lo llevaba muy corto al estilo militar, detrás de él apareció su madre, Sabrina, a diferencia de George era muy delgada y estilizada, su cabello era de color castaño bastante claro, casi rubio y sus ojos eran verde esmeralda, como los de Alex.  
  Él pasó de largo sin saludarlos. 
  –¡Alex! –dijo su madre siguiéndolo hasta dentro de la casa y sacándose su sombrero jardinero que usaba siempre que se dedicaba arreglar el jardín, fuera un día soleado o no–. ¿Qué tal tu día?
  –Bien –mintió sin entrar en detalles.  
  Su padre también entró y limpió sus botas en el felpudo de la puerta llenando de barro la palabra “Bienvenidos”
  –¿Tienes hambre? –preguntó su padre con voz ronca. 
  –No mucha.  
  –Deberías comer –sugirió su madre alzando la voz-. Estás muy delgado últimamente.
  Su madre solía decirle eso constantemente, pero ahora tenía la razón, Alex se veía considerablemente más delgado y probablemente también más pálido.
  Él no contestó a las quejas de sus padres, dejó su  bolso en el sofá y se fue a sentar a la mesa del comedor. Sus padres se sentaron junto a él y lo miraron expectantes como si esperaran que les dijera algo, sin embargo fue su padre quien habló.
  –Alex –dijo él con tono muy serio–. Has estado muy extraño estos días, ¿Qué te sucede?
  –Nada –refunfuñó.
  Odiaba que sus padres se entrometieran en su vida y ellos lo sabían muy bien, ya que probablemente lo había heredado de ellos. 
  –No nos engañas Alex –le avisó su madre–. Somos tus padres te conocemos bien –Hizo una pausa y luego añadió–. ¿Es por esa chica?
  –Solo déjenme ¿Si? –fue todo lo que acertó a decir con voz cansada mientras se levantaba de la mesa.
  –¿A dónde vas? –inquirió su padre con la frente poblada de arrugas–. No has comido nada aun. 
  –Dije que no tenía hambre –le recordó Alex al tiempo que entraba a su cuarto que era igual de luminoso que el resto de la casa, en una esquina, a pesar de que habían regresado a esa casa hace ya un par de meses, se encontraban unas cuantas cajas vacías de la mudanza y otras con unas cuantas pertenencias poco importantes.  Las paredes de color crema estaban adornadas por una única fotografía en la que se le veía a él junto a Diana. La miró fijamente y estuvo a punto de ir hasta ella y descolgarla para no tener que soportar ese constante recuerdo, pero no se movió ni un centímetro, necesitaba que estuviera ahí, de igual forma que necesitaba oír las canciones de Heioupi, de una forma cruel y penosa con la que intentaba llenar el vació que sentía en su interior, pero no lo lograba.
       
                                                                                                                   
  Diana estaba sentada en su cama observando con melancolía un pequeño portarretrato de plata que contenía una fotografía de ella y Alex, los rostros le sonreían inocentemente, sin saber lo que les esperaba en el futuro. Diana suspiró y la volvió a dejar en la mesita de noche, tenía que apurarse, Sam la estaba esperando afuera, con el coche en marcha, tomó su bolso blanco con una pequeña correa, tenía una desteñida mancha color naranja, ya que Bel había derramado jugo accidentalmente a fines del año anterior. Había dejado de utilizarlo, pero en ese momento no le importó. Salió y fue directo al coche.                                                       
  –Me alegro de que hayas venido –se apresuró a decir Sam apenas Diana subió al automóvil y se acomodo en su asiento. 
  Ella asintió. 
  –Te hacía falta salir, has estado muy deprimida. 
  –Claro…–murmuró Diana con un estremecimiento, el comentario la había tomado desprevenida.
  –Enserio Diana –prosiguió Sam sin cambiar de expresión, parecía decidido a tener esa conversación, ella, a su vez, estaba decidida a evitarla–. Lo mejor es que te vayas olvidando de lo que paso, no puedes quedarte en lo mismo por siempre. 
  –Sí lo sé, Sam, pero no todo es tan fácil como tú crees.
  –Yo sé que es difícil para ti y quiero ayudarte Diana… Sé que no estás bien y a mí también me afecta verte así.
  Diana le devolvió la mirada y vio la preocupación del rostro de su amigo, a pesar de que no era su tema favorito, le conmovía que Sam se preocupara así por ella.
  –Gracias por preocuparte Sam, pero… solo déjalo, por favor.
  Sam asintió aparcando el coche frente la pizzería. 
  Diana sintió frío, pero se le quitó enseguida cuando entró al local, el aroma estaba impregnado de queso fundido.  
  –¿Con que vas a querer la pizza? –preguntó Sam ofreciéndole a Diana una lista de ingredientes.
  –De lo que tú quieras Sam, a mi me gusta todo – aseguró ella, aunque no era verdad.     
  –Está bien –dijo él con cautela.  
  Sam ordenó y la pizza tardó unos minutos en estar lista. Cuando llegó Diana comió solo un pedazo.
  –¿No tienes hambre? –preguntó Sam observándola y ofreciéndole otro trozo. 
  –Mmm… la verdad es que no mucha –admitió Diana observando las paredes revestidas con pequeñas baldosas de colores brillantes, sobre ellas habían grandes focos de luz donde revoloteaban un par de moscas. 
  Sam la observó durante unos momentos, pero no volvió a mencionar el tema que habían hablado durante el trayecto en el coche. 
  Eran las 8:00 de la noche cuando Sam fue a dejar a Diana a su casa.
  Dejando de lado la conversación incomoda, estaba ‘’feliz’’ de tener al menos alguien con quien charlar, se despidió de Sam con una sonrisa y su vehículo desapareció en la oscuridad.
  Caminó arrastrado los pies de repente volvía a sentirse triste y sola, ese sentimiento la decepcionó, tenía la esperanza que después de haber tenido una tarde más animada que las anteriores se sintiera algo mejor, pero comprendió que no, que había solo una persona que extrañaba y ésta era la única con la que no se sentiría de ese modo. Se acostó en su cama y cerró los ojos agotada, mañana sería otro día.

10 comentarios:

  1. Que pena me dá esta parejita (Alex y Diana), cada uno pasándolo fatal por su cuenta... en fin, a ver cuando se dan cuenta de que lo mejor es intentar continuar con su relación amorosa y dejar de lado el hecho d k ella sea vampira y él hombre lobo...

    Bueno chicas, gracias x deleitarnos una vez más con un capítulo d vuestra historia, garcias!!!.

    Un besazo y k pasen un lindo fin d semana, muak!!!

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  2. comooo siiempree me encantoo el capituloo.... ye stoy deacuerdo con el anterior comentario...
    nenas lo hacenn increible su historiaa enserio se pasan de mis expectativas...mee fascinaa.. suban prontoo y besos:)

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  3. ahí chicas (suspiro) no me hagan sufrir tanto a estos chicos! el capi estuvo increíble como siempre, ustedes son unas maravillas xD
    me fascina esta historia!
    nos vemos pronto chicas un beso gigante

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  4. coincido con todas en los comentarios me dan mucha pena alex y diana
    pero escriben increible las felicito!

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  5. pobre alex y diana ellos tienen que estar juntos
    mis felicitaciones a las escritoras como siempre
    gracias por su dedicacion....

    Ronimar

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  6. mi niña el capítulo ha estado espectacular. con mucha magia y amor. me ha encantado como siempre.

    saludis vampi

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  7. Me encanta esta historia :D. Pero tendríais que mejorar lo de las faltas de ortogafía, un beso.

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  8. pobres, un amor complicado... lo bueno es q parece q a bel no le fue tan mal... un beso y voy enseguida a leer el siguiente!!!

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  9. demasiado drama pero me encanta!!

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  10. Owww, qué triste. En serio que los comprendo completamente (aunque sólo sean personajes xD) pero pues así la están pasando. Me pondré a leer más, ya no podía esperar a saber qué más sucedía. Ahorita para mí ya es tarde pero un capítulo más no me hará mal :)
    Van muuuuuy bien, puede ser que sea algo dramático pero va con la situación, y sí, sí pasa: se sufre muchísimo por amor.

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